Una vez tuve un sueño…

Una vez tuve un sueño, aunque vivido con tal intensidad que me resultó difícil diferenciarlo de la realidad.

Soñaba que estaba en algún lugar del mundo, con mi ‘piña flamenca’, esa reunión de aficionaos que nos hemos hecho inseparables. Sabía que eran ellos, aunque no pudiera ver bien sus rostros.

Todo ocurría como suelen desarrollarse los jueves en los que nos reunimos después de clase; unos hablaban, otros reían y otros bailaban… y yo me sentía llena de paz. Una hermosa armonía recorría mi cuerpo, una serena tranquilidad de la que pocas veces he disfrutado estando despierta.

Encontrándome en ese estado de éxtasis casi divino que suponía para mí esa tranquilidad, de pronto, todo oscureció… la gente que me rodeaba desapareció, ya no podía verlas. Empecé a sentir frío, ese tipo de frío que te deja helada, inmóvil y del que no eres capaz de desprenderte por mucho que lo intentes. Al frío se unió un gran miedo que se movía por todo mi ser como si fueran mil hormigas que andan de un lado a otro.

El frío y el miedo se vieron pronto acompañados por un gran sentimiento de soledad… parecía estar completamente sola en medio de la nada, porque nada había a mi alrededor, sólo la oscuridad.

Con la misma rapidez con la que estos sentimientos hicieron acto de presencia en mis sueños y, de la nada, apareció mi mayor temor, el más grande de mis miedos.

Y allí estaba él, frente a mí, desafiante en su mirada, como siempre; inmóvil, observándome con la medio sonrisa irónica que le caracteriza. Mientras lo veía parado delante de mí pensaba que estaba sola, en el miedo y en el frío y en cómo el Señor Gusano había llegado hasta allí… ¿de dónde había salido?

Lo llamo así porque es un gusano que pretende aparentar ser un señor; pero bajo esa apariencia de persona normal se esconde un ser mezquino, sin sentimientos… sin nada que lo defina como ser humano.

El miedo aumentaba y me tenía paralizada sin poder huir o echar a correr lejos de ese ser que tanta repugnancia me causa; huir a un sitio en donde me pudiera sentir segura. Pero, en vez de eso, seguía allí sin poder moverme, cual estatua de mármol.

De repente, empieza a caminar hacía mi, se acerca cada vez más y yo sigo impávida y sin poder moverme. Quiero salir corriendo de allí pero una fuerza extraña me lo impide. Mientras se va acercando, me va diciendo:

– Me tienes miedo, por eso no puedes moverte, por eso no puedes correr, por eso no puedes hablar. Sigo dominando tus sentimientos y te sigo dominando a ti. Nunca podrás olvidarte de mí… princesita.

Al decir esto último ya se encontraba a dos pasos de mí y fue entonces, y no antes, cuando comencé a sentir un calor desde los pies a la cabeza. Noté cómo ese calor subía por mi garganta y salía de ella en forma de palabras:

– ¿Aún no te has dado cuenta de que ya no te tengo miedo?, ya no puedes hacerme nada, entérate bien… no te tengo miedo.

Fue como si al terminar de pronunciar aquellas palabras se cerrara el telón, se encendieran las luces y la obra hubiera acabado.

La oscuridad se fue disipando con la misma intensidad con la que empezaron a aparecer los piñoncitos de mi piña flamenca, volcados en su ‘solidaridad flamenca’ conmigo, todos gritando al Señor Gusano:

– Que ya no te tiene miedo. Vete de aquí Señor Gusano, ya no puedes hacerle daño porque ya no está sola. Ha roto su silencio y con él todos los temores que la ataban a ti.

– Todos sabemos quién eres en realidad y lo que has hecho; a nosotros no nos engañas con tu disfraz. Vete… ya no te tiene miedo.

Justo en ese momento desperté y me sentí invadida por las emociones: lloraba, sentía alegría y la energía que toda esa piña desprendió en mi sueño; satisfacción porque le planté cara al Señor Gusano y no salí huyendo… no estaba sola ante él.

Me encontraba excitada, exaltada, nerviosa pero con una paz interior y un bienvenido sentimiento de bienestar.

Resultó ser un gran día… aunque no era más que un sueño, para mí tenía mucho significado y me revelaba cosas realmente importantes, como el hecho de saber que no estoy sola ante esto y el no seguir guardando silencio y salir huyendo, como había sucedido en muchas ocasiones en la realidad.

Me llevé varios días recordando cada detalle del sueño, intentando ver lo que significaba para mí aquella escena aunque sólo lo compartí con una persona quizás por un miedo irracional a que se cumpliera eso que dicen por ahí de que si cuentas los sueños no se cumplen. Y es que, para mí, es realmente importante ver cumplido este sueño; el poder plantarle cara al Señor Gusano y decirle que ya no puede hacerme nada, que he roto mi silencio y, por tanto, mi condena.

 

* * *

Tuve un sueño

Después de unos meses, el sueño quedó apartado en un laíto de mi ser; ya no estaba tan presente como antes, pero había dejado una huella imborrable. Hasta el día en que llegan a mis manos las fotos de la actuación de la piña.

Me emocioné con cada una de ellas, pero una sorpresa me aguardaba casi al final de todas. De repente tenía ante mí una foto que representaba exactamente lo que había sucedido meses antes en aquel sueño. En dicha foto se me ve con un gesto desafiante, a la vez con fuerza y coraje y como diciendo:

– Te estoy aplastando Señor Gusano.

Y justo detrás de mí aparecen todos y cada uno de los piñoncitos siguiendo mis pasos; como en el sueño, todos me mostraban su apoyo y la fuerza necesaria para plantar cara a un ser tan ruin.

Era como ver el sueño hecho realidad, como tenerlo en mis manos, como si pudiera palparlo.

Esa foto fue, para mí, la certeza de que algunos sueños se hacen realidad.

 

 

 

 

Elisa 14.octubre.2008