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Desde que se conoce el flamenco, ha habido un trasvase de influencias entre la rica cultura popular, los/as maestros/as de baile y los/as artistas. Con frecuencia éstos/as han provenido de clases sociales desfavorecidas y han añadido a su genio creador la herencia del llamado crisol de culturas que es Andalucía.

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      Nunca se repetirá suficientemente el valor de la capacidad de asimilación de tradiciones culturales que caracteriza a este pueblo y que ha dado como resultado el arte flamenco. Respeto y admiración son los que despiertan a cualquier ciudadano del mundo con sensibilidad para apreciarlo. Un simple paso, un quejío, un trémolo, un repique de palmas, es la cristalización de miles de años de sabiduría.

      La transmisión de este arte se ha realizado de formas muy diversas, desde el mundo de los escenarios y las academias hasta la familia, la reunión, la calle. La marginalidad en la que con mucha frecuencia se ha visto relegada no sólo le ha impreso un carácter, sino que ha sido también la tabla de salvación de determinados colectivos, que han encontrado en él la mejor forma de mitigar su sufrimiento.
      Por eso y refiriéndonos concretamente al baile flamenco, toda persona que lo enseña nos hace depositarios de un tesoro. Las creaciones son de una riqueza rítmica, musical y coreográfica fuera de serie; tratar de aprenderlas nos aporta un conocimiento extraordinario de nuestra propia esencia, nos despierta la sensibilidad hacia el arte y la vida y nos da una perspectiva de la enorme complejidad de un solo instante de un espectáculo. La proveniencia de clases sociales humildes de muchos/as de los/as maestros/as y artistas les añade un mérito extra. Sin más formación ni recursos pedagógicos que su propia intuición y sentido común, han sido capaces de transmitir no sólo la técnica, sino también su sabiduría y sus vivencias.
     

Herramientas flamencas

Hoy en día nos encontramos con una dificultad nueva, ya que en los últimos veinte años se ha dado una transformación drástica en la enseñanza del baile flamenco. Muchos de nosotros hemos vivido esta transición, provocada en gran medida por la popularización de esta danza en todo el mundo. Este interés a nivel mundial por el flamenco, ha sido un balón de oxígeno esencial para los profesionales de este arte, pero también ha cambiado las condiciones en las que se venía realizando la enseñanza.

      La enorme afluencia de estudiantes extranjeros/as ha llenado las academias, habiéndose impuesto de alguna forma sus demandas: al tratarse de un colectivo con una estancia de tiempo limitado, tienen necesidad de volver a sus países de origen con el mayor número posible de pasos y coreografías.

     Las coreografías aportan una seguridad a la hora de realizar un baile, especialmente por la complejidad de los zapateados y de determinadas secuencias de movimientos –que requieren largas sesiones de ensayos. Sin embargo, su uso exclusivo puede conducir a una confusión. Bailes montados hasta el más mínimo de los gestos, alejan del carácter personal y expresivo del flamenco, además de anular el papel creativo del intérprete. Por otra parte, en muchos casos sólo es posible realizarlos exclusivamente con el cante que ha sido ensayado. Esta contradicción es especialmente llamativa en el caso de los bailes de fiesta, en los que es difícil que coincida la longitud de la inmensa variedad de tercios con lo planificado en clase. No es raro encontrar personas que, tras varios años de aprendizaje, tienen varios bailes montados y en cambio son incapaces de darse una pataíta en una reunión.

     Por otra parte, al haber un número mayor de alumnos/as, se cae con más frecuencia en la masificación y, con ella, en una enseñanza menos personalizada. Antiguamente había un tiempo dedicado exclusivamente a cada estudiante de forma individual, ya fuera en clases particulares o porque en las generales se dedicaba parte de la clase a cada uno/a. De esta forma, era más fácil que cada estudiante llegara a adquirir un estilo propio, sin embargo hoy se puede decir que es cada vez más uniforme. Al mismo tiempo, la relación estudiante – profesor/a ha perdido cierta cercanía, siendo primordialmente en una sola dirección: el/la profesor/a transmite y el/la estudiante recibe. El contacto con el resto de compañeras/os es sustituido por la relación con el espejo.

     En estas condiciones, no hay un espacio destinado a la transmisión de los valores inherentes al flamenco. Para la gran mayoría de las personas aficionadas al flamenco, éste no es sólo un arte, sino que lleva implícito una serie de actitudes, una forma de enfrentarse ante la vida. Describirlas no sólo sería demasiado extenso, sino que correríamos el riesgo de ponerle puertas al campo. Pero es verdad que de la forma de interpretarlo se desprende su carácter indómito y libre, su poderío, su honestidad, su sensibilidad, su autenticidad y espontaneidad. Es, sin duda, muy personal, habiendo toda una serie de códigos no escritos que son los que permiten, por ejemplo en una fiesta, que exista una armonía, un ir todos a una estando dentro del compás y un saber estar. Todo este conjunto de características es lo que llamamos el Carácter Flamenco, cuya transmisión es la base los talleres de “Habilidades Sociales Flamencas”.

Herramientas: carácter flamenco

      Esta transmisión de valores recae en el/la maestro/a, que expresa oralmente sus vivencias y sentimientos. Esto dependerá en gran medida del carisma del profesor/a, encontrándose con dos dificultades: en primer lugar, que sus alumnos/as no tengan un nivel de español suficiente como para captar toda la gama de sutilezas que contiene este mensaje. En segundo, que confiere un papel de único protagonista al profesor.

     Aunque el magnetismo de los maestros y las vivencias que me transmitieron son un tesoro que conservo en el centro de mi sentir flamenco, entiendo que, además, debería haber una oportunidad para que el/la alumno/a descubra por sí mismo estos contenidos, siendo la función del enseñante la de partero de lo que está por nacer.

     Otro problema surge por enfocar la enseñanza exclusivamente para quienes se quieren dedicar profesionalmente. Desatendemos así las demandas de una gran cantidad de aficionaos/ás –locales o foráneos- que buscan aprender con la única pretensión de profundizar en un arte que les atrae.

A estos problemas pedagógicos, se unen las dificultades personales de cada persona a la hora de expresarse, como son:

  1. El rol rígido que tenemos que desempeñar a consecuencia de la imagen que tenemos de nosotros/as mismos/as y la que tienen los/as demás.
  2. Las limitaciones de nuestra coraza caracteriológica o trabas.
  3. El desarraigo de nosotros/as mismos/as y la desconfianza en nuestro poder creativo.

     Por tanto, nos enfrentamos hoy ante el reto de ser capaces de transmitir valores y de favorecer la expresión de emociones de forma creativa, haciendo a los/as estudiantes participantes activos de este proceso. De lo contrario nos quedaremos tan sólo con una enseñanza meramente académica, centrada exclusivamente en la técnica que, a pesar de ser en sí misma muy bella, no representa más que la cáscara.

     Es por eso que proponemos incorporar a las clases el uso de juegos, dinámicas de grupo y cuentos bailados.

Uso de juegos y dinámicas de grupo

Jugando con el flamenco

Los juegos y dinámicas de grupo en primer lugar, tienen la virtud de aligerar la tensión que supone el aprendizaje. Una forma de asimilar la música, el compás y el baile es la intuición. No todo puede ser contado, calculado y medido. Es necesario ser capaces de salir de nuestra racionalidad, para lo que resulta muy eficaz el juego.
Nos ponemos en una actitud de no buscar un resultado concreto, sino de permitirnos fluir.

Comenzamos con unas consignas, que son las guías que nos facilitan iniciar el camino y constituyen un punto de partida del que puede derivar lo inesperado.

Nos implicamos corporalmente, lo que hace que nuestro aprendizaje sea vivenciado. Esto nos hará que su olvido sea a la vez más difícil, ya que la memoria corporal queda almacenada de forma más duradera.

Cuando nos hacemos adultos vamos perdiendo la capacidad de jugar y de sorprendernos, pero en esas condiciones es muy difícil bailar de forma no mecanizada. A través del juego pueden aparecer aspectos que tenemos enterrados, nos podemos dar permiso para airearlos con más facilidad. Utilizar un tono lúdico no significa que lo que hacemos no tenga importancia. En realidad el juego es algo muy serio. Y debemos implicarnos, tomarnos en serio jugar, tan en serio como se lo toman los niños.

Un componente del juego puede ser el uso de objetos. Éstos pueden ser reales o imaginarios. Resulta más fácil por ejemplo, como muestra Esperanza Rueda, mover los brazos si jugamos a mover una larga cinta de colores. También Voa (Víctor Orive) aplica su experiencia como bailarín, utilizando puestas en escena en la propia clase: telas, cojines, iluminación, olores, sabores, imágenes y objetos diversos conforman un espacio dramático en el que en un solo instante te introduces en la situación buscada, catapultando la imaginación a lugares insospechados. En nuestra experiencia, el cambio de iluminación (a oscuras o con velas, por ejemplo) nos ha aportado una intimidad muy necesaria para, por ejemplo, desinhibirse a la hora de salir a bailar en medio del círculo.

Jugar con objetos

También el uso de máscaras o un simple foco pueden contribuir decisivamente en el trabajo con aspectos ocultos de nuestra personalidad: la Sombra.
Para ser capaces de activar la espontaneidad y creatividad de nuestros/as alumnos/as, resulta más complicado si lo único que hacemos en clase es mostrar movimientos que tienen que ser repetidos. Esto lleva consigo un mensaje implícito de que el/la que aprende es un recipiente vacío sobre el que se deposita la sabiduría del/de la enseñante. Para pasar de este estado al de que el/la aficionado/a tenga un papel activo es necesario recorrer un camino.

No basta por tanto proponer “ahora vamos a ser espontáneos y auténticos”. El trabajo con estas características requiere también una técnica, como nos muestra Jesús Jara en sus talleres para descubrir el propio clown.

Proponemos diferentes tipos de juegos y dinámicas de grupo, dependiendo del área que queramos trabajar. Sobre este tema hay mucha literatura, sin embargo, la originalidad reside en el uso de la música, el baile y el compás flamenco para implicarnos corporalmente.

Nos encontramos con:

Juegos de Encuentro y Comunicación

      Aunque nunca deben de faltar, son muy recomendables para los momentos iniciales del curso. Rituales flamencos de presentación, bailes por parejas y actividades que impliquen la actitud de escucha hacia el/la otro/a, van a crear la base sobre la que es posible construir con mayor consistencia relaciones grupales de confianza.

Juegos de encuentro y comunicación

      Es además un valor humanista que puede ser potenciado por el hecho de estar implicado el cuerpo. Habitualmente centramos nuestra comunicación en el lenguaje oral, sin embargo es sorprendente la intimidad que se puede crear en poco tiempo cuando entra en acción nuestro cuerpo. Emitimos señales inconscientemente a través de la Comunicación No Verbal: postura, cadencia de movimiento, distancia o proximidad, tacto e incluso el olor, están hablando de nuestra manera de enfrentarnos a la vida, transmiten sentimientos de forma más directa, sin ser enunciarlos ni clasificarlos (Flora Davis, ‘La Comunicación No Verbal’, Alianza Editorial). Así, la vivencia que tenemos de la experiencia es mucho más auténtica e intensa, ya que se eliminan las barreras que habitualmente ponemos cuando únicamente utilizamos la comunicación con palabras.

Confianza

Juegos de Confianza

Como segundo paso, cultivar la confianza entre sus miembros, nos va a conducir a la creación de un grupo cohesionado, a un tipo de ‘Solidaridad Flamenca’.

      Resulta sorprendente lo fácil que puede ser en estas condiciones realizar actividades que requieran un alto grado de implicación personal, como por ejemplo, trabajar con el ‘pánico escénico’.

      El grupo sirve de trampolín para permitirse fluir y expresarse con libertad. El papel del/ de la maestro/a pierde el protagonismo para reducirse al de iniciar, facilitar y permitir.

Juegos del fluir de las emociones

A través del baile llegamos a ser más conscientes de las señales que nos emite nuestro cuerpo. Estas señales no deben ser tomadas con una actitud crítica, ni valorativa. Es el camino que recorremos para aceptarnos a nosotros/as mismos como somos. En el terreno de los sentimientos y las emociones, es muy importante ser capaces de permitir que lleguen a nuestra conciencia sin valorarlos como positivos o negativos. Es un trabajo relacionado con esa parte oscura de cada uno/a que llamamos ‘Sombra’ o ‘Inconsciente’.

Fluir de las emociones

      Lo que puede llegar a ser dañino no es la emoción en sí, ya que ésta es una reacción natural de nuestro organismo. Lo realmente dañino es quedarse atrapado en una emoción en concreto. Como se dijo antes, la actitud más saludable puede ser la de los niños, que son capaces de pasar de una emoción a otra libremente.

      En estos juegos permitimos que aparezcan diferentes emociones y sentimientos, sin juzgarlos, expresarlos de diferentes maneras, estando siempre presentes el cuerpo y el simbolismo asociado a dicho sentimiento. Trabajaríamos las diferentes emociones y sentimientos por separado para, posteriormente, facilitar la evolución de unas a otras. Las emociones tienen su propia lógica, y para llegar a trabajar con ellas es necesario permitir que fluyan libremente sin las ataduras de las coreografías ni del compromiso con la estética.

      El cante flamenco nos ofrece multitud de posibilidades en este aspecto, ya que por las propias características de sus cantes y la forma en que cada cantaor/a escoge los tercios, podemos encontrar piezas que combinan la alegría con la melancolía, el amor y el odio, metáforas y mensajes directos, etc. También cantes de fiesta pueden contener letras tristes e incluso se expresan vivencias de forma ‘políticamente incorrectas’. Gracias a eso, podemos expresar a través del baile un sinfín de sentimientos con multitud de matices. Esto va a permitir que seamos capaces de transformar lo dado, de crear una respuesta a situaciones nuevas, y de crear una nueva respuesta a situaciones viejas.

Juegos de desinhibición y expresión

El juego es un instrumento muy eficaz para desdramatizar las inhibiciones que nos impone la sociedad y nosotros/as mismos/as, con lo que el sentimiento que las sostienen pierden gran parte de su fuerza.

      Se facilita sobrepasar ciertos límites al tratarse de realidades simuladas. Podemos representar personajes que están en nosotros/as, pero que se hallan relegados, lo que les hace aumentar su empuje por salir.

      Entre estos juegos se encuentra la danza libre. Actividad extrañamente desarrollada en las academias de baile flamenco, es en cambio muy usual en los métodos que combinan el Crecimiento Personal con la danza (Danza Movimiento Terapia, Sistema Río Abierto, Biodanza, etc.). Bailar libremente es un placer y un fin en sí mismo pero, para muchos/as estudiantes de flamenco, resulta de lo más complicado. Es básico para la creatividad y puede ser un medio excelente para adentrarse en lo inconsciente.

      También usamos dramatizaciones, técnicas teatrales animadas por una música flamenca adecuada a lo que buscamos. En este sentido, el flamenco es tan amplio que incluye además del baile propiamente dicho, elementos de danza – teatro. Su lenguaje ha ido evolucionando según el gusto de cada momento, incluyendo hasta la parodia. Además, admite posturas y movimientos heterodoxos, siempre que tengan un sentido y un fundamento. En aras de la autenticidad, todo está por crear.

      Es necesario, para que estas actividades funcionen, que el profesor cumpla su función de ‘dar permiso’: permitir no tener un compromiso con la estética, permitir no tener que realizar movimientos típicamente flamencos, permitir quedarse sin ideas… En este último caso, es muy eficaz ofrecer ciertas claves: no salirse de la actitud de baile pero sí detenerse el tiempo necesario, respirar y sumergirse sin vacilar en cualquier destello de inspiración.

      Como se ha dicho, también determinadas secuencias de juegos de desinhibición, están inspirados en las técnicas de Desensibilización Sistemática utilizadas para el tratamiento de las fobias. Las describiremos posteriormente en el capítulo referido a los miedos.

Juegos de Estatuas

Herencia de la práctica de la Danza Vivencial ideada por Víctor Orive y del trabajo de Gabriela Roth de Los Cinco Ritmos (Stacatto). Con estos juegos nos adiestramos en detener completamente el movimiento y mantener la tensión. Para un control más completo del tono muscular y para ser conscientes de lo que representa la postura que hemos adoptado, es muy interesante además tomar de la Bioenergética la técnica de la intensificación: mantener la postura, intensificando la tensión y experimentar las sensaciones que nos llegan desde ahí; poco a poco aflojamos los músculos para reemprender el movimiento hasta detenernos en una nueva estatua y vuelta a empezar.

Estatuas

Cuentos

La calle es de todos

      Cada vez más, se incorporan diferentes elementos, convirtiéndolo en un arte multidisciplinar. El flamenco, como arte en continua evolución, nunca ha estado ausente de este proceso.
Nosotros, inspirados en la práctica docente de Víctor Orive, hacemos una apuesta decidida por incorporar la literatura al baile dentro del contexto de la clase: poesía, prosa poética, cuentos…

      Desde un enfoque junguiano, Clarisa Píncola Estés nos da conocer el poder transformador que pueden tener los cuentos tradicionales. La práctica milenaria de los/as cuentacuentos tiene como fruto la transmisión de historias que contienen la sabiduría de los pueblos. Sus personajes ocupan un relevante espacio en nuestro inconsciente, ya que representan arquetipos que describen la esencia humana. Estos relatos muestran la evolución de dichos personajes, los cuales se encuentran en nuestro interior.
      Para transmitir mensajes con un enfoque de género, los cuentos resultan de sumo interés al estar enfocados en el resurgir de lo que ella llama la ‘Mujer Salvaje’. También nos hacemos eco de las novedosas aportaciones en torno a un nuevo concepto de masculinidad alternativo al patriarcal descrito por Allan B. Chinen.
      Esto interesa a todos y a todas, ya que tratamos de algo que concierne a la otra mitad de la Humanidad, lo cual afecta a nuestra relación con el otro género. Además, cada cual lleva consigo un Hombre Interior y una Mujer Interior, representantes simbólicos de las características masculinas y femeninas que todos/as poseemos.

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¿Qué hacer con el pánico escénico?

Pánico escénico

El miedo que está presente en nuestras vidas se manifiesta también en relación al flamenco, y viceversa. Como se dijo antes, este miedo se debe en muchos casos a ideas erróneas sobre quién puede interpretar el flamenco, quién tiene ‘gracia’, etc. Estas ideas alimentan a nuestro Juez interior, que tiene el campo libre para imponer su dictadura perfeccionista. Esto ha conducido a apartar de él a personas a las que el flamenco les ha atraído desde mucho tiempo atrás.

      Aparece como manifestación más común el ‘pánico escénico’. En él se pueden incluir toda una serie de miedos a exhibirse, a perder el control de lo que expresamos, a sentirse juzgado/a, al fracaso, miedo a nuestro propio deseo, miedo a las sensaciones intensas, incluso un paradójico miedo inconsciente a descubrir que somos más brillantes de lo que pensábamos.
      Podemos hacernos una idea de la importancia de este tema a través de la historia de P. El primer día que P. acudió al taller de Autoestima Flamenca para Mujeres Víctimas de Malos Tratos, ya llevaba un tiempo asistiendo a las sesiones grupales que se realizaban con especialistas en esta materia. Sin embargo, aún caminaba del brazo de una persona, ya que mostraba dificultades para caminar, se tambaleaba y daba tropezones. No tenía ningún problema físico, pero su ex pareja le había transmitido tal inseguridad con sus desvalorizaciones que P. había perdido la facultad de caminar. Largos años convenciéndola de su incapacidad para llevar a cabo hasta la más simple de las tareas, sometiéndola a la dictadura de unos celos enfermizos, P. no se atrevía a ser vista por los demás. Llegó a convertirse en una aventura para ella atravesar un bar para ir a los servicios. El trabajo de los profesionales que la atendieron, el apoyo de sus compañeras y una fuerza de voluntad conmovedora, la hicieron evolucionar para ir mejorando lentamente hasta llegar a ser capaz de acudir a las clases de baile. Poco a poco, P. se fue atreviendo a mostrarse y resultó tener una gracia y un desparpajo envidiables. Se liberó cuando por fin salió a bailar en medio del corro como expresión de su ser más auténtico; mientras, sus compañeras animaban, jaleaban y acompañaban con las palmas – no sólo para llevar el ritmo, sino como forma de expresión de afecto. El proceso de empoderamiento se manifestó acudiendo junto a sus compañeras a la Feria de Sevilla. Aún temerosas de ser vistas por sus maltratadores o conocidos de éstos, hicieron causa común para vivir una experiencia para muchas de ellas desconocida: divertirse con sus amigas sin la presión de los celos castrantes de sus ex compañeros sentimentales. El clímax llegó para P. cuando en una caseta bailó ella sola por rumbas en medio de sus compañeras.
      Pero la excitación que precede al momento antes de, por ejemplo, salir a bailar es inevitable. Incluso grandes artistas lo sienten, aún cuando tienen multitud de recursos con los que salir airosos/as. No nos queda más remedio que evitar luchar contra esa excitación y convertirla en nuestra aliada.
      Efectivamente, el cuerpo emite una serie de señales, como por ejemplo la taquicardia, que nos provocan alarma. Sin embargo, estas reacciones no tienen por qué ser dañinas, al contrario, son necesarias. Para salir a bailar necesitamos un aporte de energía extra, ya que no nos basta con la que usamos en nuestra vida cotidiana. Precisamos generar adrenalina para realizar movimientos inusuales, para estar más perceptivos, para asumir el protagonismo. Sin embargo, confundimos con frecuencia esta excitación con el miedo, convirtiéndola en nuestra adversaria.

Muchas veces, no sólo nos asusta lo desagradable, sino que tememos lo intenso. Por ejemplo, nos resulta difícil de asumir el aprecio de los demás cuando se da a grandes dosis. Puede incluso hacer tambalearse imágenes desvalorizadas de nosotros mismos en las que hemos llegado a forjar un equilibrio. Esto queda perfectamente reflejado en el ejercicio del Túnel de la Felicidad, en el que se detectan con nitidez los mecanismos que utilizamos para escapar de esta situación que llegamos a percibir como aversiva.
Volvemos a ver la importancia de la respiración para aumentar nuestra capacidad de recibir los regalos que nos ofrece la vida.

pánico escénico

     Lo realmente dañino es cuando ese miedo nos paraliza y nos impide darle salida a ese aporte de energía que hemos generado. Esta energía se vuelve en nuestra contra y, de la misma forma que una frustración, alimenta tensiones musculares y pensamientos incapacitantes de nosotros/as mismos/as.
      Nuestra tarea será la de dotar al participante en el taller de una serie de herramientas para encauzar esa energía de forma fructífera. Para ello, trabajaremos distintos aspectos:

– A nivel cognitivo, desmontaremos progresivamente las ideas erróneas citadas anteriormente.

– Recursos técnicos. Hay de distintos tipos:

  1. Pasos y movimientos de brazos sencillos, interiorización del compás, preceptos básicos de cómo se estructura un baile. Aunque pueda parecer lo contrario, éste no es el aspecto fundamental; como hablamos antes, en el contexto de una fiesta flamenca, lo que se valora principalmente es el atrevimiento, la presencia y la generosidad inherente al mostrarse. Necesitamos una técnica a la que agarrarnos, pero sobre todo, necesitamos una actitud personal adecuada.
  2. Recursos para la creatividad:
    2.1. Derivados del trabajo realizado en las dinámicas de grupo.
    2.2. Aprender a inspirarse en el cante, en las emociones que se viven en el momento,
    en los/as palmeros/as, etc.
  3. Recursos para evitar los bloqueos:

3.1. La respiración. Una vez más, una respiración adecuada es primordial para cambiar el signo de la energía que se está moviendo en nosotros/as. La sensación de ahogo y los pensamientos destructivos sobre nosotros/as mismos/as tienen su raíz en una respiración insuficiente. Por ello, nuestro cerebro y nuestros músculos no recibirán el aporte de oxígeno que precisan, llevándonos al temido colapso. No debe sorprendernos que en estas circunstancias nos enredemos en cadenas de pensamientos que no representan nuestra parte más creativa y que nos conducen a un callejón sin salida.

3.2. En caso de encontrarse perdido/a, se debe reconocer el valor de parar y quedarse como una estatua, sin perder por ello la actitud de baile. Detenerse a escuchar y recomenzar.

3.3. Sacar del limón la limonada. Cuando nos equivocamos, es posible generar un movimiento nuevo a partir del error. Esta forma de improvisación, no sólo es admitida en el flamenco, sino que se aprecia especialmente, ya que supone estar totalmente implicados/as en la situación. Es verdad que para llegar a esta actitud es necesario haber alcanzado un cierto nivel de confianza, pero también lo es el hecho de que saber esto nos brinda más tranquilidad que la creencia de que un error puede ser fatal.

3.4. Desechar definitivamente salirse del papel que estamos desempeñando usando muletas del tipo de: excusarse antes o durante el baile, o de pretender alcanzar la aprobación de los otros mostrándonos ridículos.

 
 

– La confianza.

Como se describe al principio, la cohesión del grupo, el sentimiento de pertenencia y la comunicación sincera, generan una atmósfera de apoyo y confianza. La actividad que mejor escenifica el fruto de este ambiente es el corro flamenco. En él, el individuo se enfrenta al reto de bailar ante los/as demás. Ponemos mucho empeño en motivar para que el grupo asimile que su tarea al jalear y acompañar con las palmas es no sólo llevar el compás, sino que implica una actitud de apoyo y entrega hacia quien está bailando. Al tocar las palmas, expresamos corporalmente nuestro amor a la vez que participamos en una tarea común: crear música y movimiento. Aunque la atención se suele fijar en la persona que está bailando, ésta no hace más que ofrecer su cuerpo para completar el conjunto.

– A nivel emocional. Usaremos dos vías para trabajar con ellas:

A) Vivencia, análisis y empoderamiento.

Vivimos a través del baile los diferentes tipos de miedos descritos previamente, localizando en nuestro cuerpo en qué zona se manifiestan, intensificándolas para llegar a su raíz. Contando con el apoyo del grupo, los expresamos, tomamos conciencia de nuestro poder y lo activamos desde el centro de nuestro propio cuerpo, el asentamiento en los pies y la respiración profunda.

B) Utilizamos los preceptos básicos de la Desensibilización Sistemática, técnica comportamental aplicada al tratamiento de fobias. Así, y sin ánimo de tener que mostrar altos recursos artísticos, iremos graduando progresivamente la situación de bailar para que ésta sea una experiencia asumible y placentera:

  1. Danza libre realizada a nivel grupal.
  2. Dividiendo el grupo en dos, una mitad moviéndose libremente con una tarea breve (por ejemplo, acercarse caminando a saludar ‘a la forma flamenca’ al otro grupo) y la otra toca las palmas. Después se intercambian los roles.
  3. En el corro, salen al medio grupos de 6, de 4, de 3.
  4. Bailes con una pareja en distintas circunstancias:
    4.1. Una baila con los ojos cerrados y la otra cuida de que la otra persona no se haga daño.
    4.2. Una realiza movimientos lentos y la otra los imita, haciendo de espejo.
    4.3. Conversación bailada. Una baila y la otra observa, al poco tiempo se cambian los papeles, ‘contestándose’ con sus movimientos.
    4.4. Baile a parejas con la actitud de escucha trabajada con las actividades anteriores.
    4.5. Presentación de la pareja en el corro.
  5. Hacer lo que hace el primero. En fila india, todos imitan lo que haga el primero. Cuando éste lo decide, pasa a ser el último de la fila.
  6. Caminar (sin bailar) en un pasillo que forman los/as compañeros/as, que le apoyan haciéndole son (‘Túnel de la felicidad’).
  7. Baile individual. También con una graduación:

7.1. Entrar y salir en el medio del corro.

7.2. Entrar, darse un paseo saludando a los/as compañeros/as y salir.

7.3. Entrar, darse un paseo saludando, hacer un marcaje y salir.

7.4. Lo mismo, pero sacando a alguien a bailar y hacer un baile a parejas.

7.5. Bailar individualmente, teniendo en cuenta los distintos momentos del cante (pausado, rítmico y remate).

 

– Tolerancia y comprensión.

Ya que la excitación está siempre presente y no en todas las ocasiones podremos ponerla al cien por cien de nuestra parte, más que una rígida autoexigencia, es preferible optar por una actitud que vaya en la dirección de ser condescendientes con nosotros/as mismos/as, permitirnos los errores, recibir las muestras de cariño y entender la superación de nuestras limitaciones como un aprendizaje que no debería concluir nunca.

Tolerancia y Comprensión

De la mano de Jesús Jara, nuevamente encontramos en el clown una clave a la hora de encarar nuestros errores. Él dice que “el payaso va de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. La ternura –que no la pena- que nos despierta el clown proviene de que nos vemos reflejados en él: a la vez que vitalistas, somos seres propensos a equivocarnos en la medida en que asumimos riesgos.

      Demasiado nos dejaríamos en el camino si pretendiéramos no fallar nunca. Lejos de hundirnos o de mantener una actitud de sacrificio, es más saludable asumir que la vida es una aventura… de la que no vamos a salir vivos.

      Este camino nos lleva a transformar el papel de nuestros miedos: de ser nuestros enemigos pasan a ser nuestros compañeros. De ser los únicos protagonistas, pasan a quedarse en un estado de latencia, advirtiéndonos llegado el caso de la existencia de peligros reales. La energía que queda libre nos va a proporcionar un poder inmenso, con el que podemos salir airosos/as de situaciones de riesgo y nos va a permitir que este proceso de crecimiento se generalice a otras esferas de nuestra vida: miedo a hablar en público, a expresar nuestras opiniones, a asumir el liderazgo cuando nos llega el turno, etc.
      De esta forma, vamos descubriendo que todo nuestro sistema de creencias sobre los miedos no era como lo teníamos pensado. Llegamos así a conocernos mejor a nosotros/as mismos/as, a reducir el papel preponderante que suele tener el Juez que llevamos dentro y, posiblemente un día reconozcamos que ese gran miedo a mostrarnos que teníamos era en realidad nuestro gran deseo.